mi cómplice de melancólías,
la luna nos veía ¡qué irresponsable!
la noche guarda otras tristezas... ¡no la mía!
¡No me veas luna!
¿Penumbra me acompañas?
A llorar también, supongo,
una constelación ha enfurecido,
y mi compañera estrella ya no está conmigo...
¡Está oscuro y no te tengo!
Tuve alguna vez una amiga pasajera,
de vez en cuando se paseaba por lo oscuro,
me cantaba una canción y brillaba,
ya no la escucho, sólo le digo: ¡Grita muy duro!
¿Por qué habría de visitarme la traición?
¿Por qué habría de enormecerse un temor que nunca nació?
¿Es tan fácil ocultarse en la sombra,
y hablarle al oído a la tentación,
para que venga a mi casa y la destruya,
empezando por romper los vestigios de mi corazón?
Javier Santiago Lozano C.