Me duelen las manos, la garganta y el ombligo,
me suenan hasta las uñas cuando las veo
y hasta me encuentro a veces saboreándome la espalda;
incluso he de retorcerme demasiado para gemir por este faraónico dolor
y en los puntos cardinales del cuerpo, habitas el norte...
Mas si me preguntan qué hay de mi alma,
me respondo y les respondo que no es física
y por ello no hay ni una tangible caricia
ni un mundano furor que le pueda invadir
y eres mi insoportable dolor boreal...
Soy tan inmune al tacto, que pierdo la noción de tus palabras,
pues por ilógico que suene, prefiero a veces,
oír con mis manos y no con mis orejas que atienden necedades,
eres a veces tan vacía, que me llenas el olvido,
haces que hasta me invente nuestros recuerdos...
¿No te miras en el espejo y te reclamas atención?
Pareciera que tus siempre disponibles palabras
fueran un eterno desorden de rellenos de ideas,
como la inmunda redundancia que me produces al oírte consolarme
15 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario