20 de octubre de 2010

La creación (común)

Cuando supo que la tratarían de idiota, hizo alarde de su potencial.
Cuando supo que le llamarían ilusa, empuñó un lápiz.
Cuando supo que no le pagarían nada, decidió trabajar por todo. Y todos.
Cuando se dió cuenta que el mundo era un lienzo pequeño, lo dividió apenas en derecha e izquierda.

Entonces vislumbró lo que evolucionaba abajo de sí:
Hubo por un lado libros cerrados, melodías silenciadas, colores escasos en las puertas y ventanas y un sinsabor en todo; y por el otro lado amanecieron las paredes llenas de colores, casi gritaban los instrumentos, las calles se inundadaron de páginas con temas tan variados como los granos de arena bajo los pies. El mundo ya no les pertenecía a los últimos, era su medio. De hecho nada y todo les podía ser suyo a la vez. Sólo se sabía de qué mano o manos provenía.

Y en lo concerniente a Ella -que es todos en Una-, y éstos, sus dos lados recién descritos, empezó a narrar su historia a diestra y siniestra, respectivamente.





Un homenaje.

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